lunes, 8 de noviembre de 2010

Cinco menos cinco XI


Saludos a todos, este capítulo lo escribí mientras estaba en Sogamoso, no es efusivo, no es tan interesante, pero creo que es fundamental para el futuro de la historia.

Un abrazo enorme a todos.

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Cinco menos cinco ¿Serían aquellos cinco años que duró en el extranjero, siendo el dueño y ciudadano del mundo entero? Nestor recordó esos años, ese primer viaje que realizó cuando, después de la muerte de Pablo, se enfrentó a un gran dilema mental. Primero, dejar a Valeria –la razón más importante- la otra, su sed de justicia, de justicia real. Él quería saber quien era el asesino de Pablo, sí, todo le sugería que había sido su madre, pero ¿Y si no lo era? Aun recordaba la cara de terror que ella tenía y decidió ir en búsqueda de la verdad. Empacó en su maleta tres mudas de ropa, cinco libros que pertenecían a pablo y a Manuel, y en el último momento sin que lo decidiera antes, la guitarra.

Manuel, viéndolo entendió que era el momento del adiós. Nestor sin murmurar una palabra, se despidió de los criados con un abrazo, ellos quienes sin ser de su familia, eran más unidos a él que su propia sangre, miró a Milquiades con un odio profundo y son compasión, que hizo que aquel horrible ser, retrocediera un paso atrás. Abrazó a Manuel muy fuerte y sin ni siquiera voltear a mirar la puerta del cuadro de su madre, salió de la casa. Pasó cerca del río y recordó a Pablo, a Dolores, a Mariano y con una fuerza no imaginada jamás en un alma tan triste como la suya, empezó a cruzar el puente con determinación, antes de dar el último paso en el puente, sintió su presencia.

Volteó y ahí estaba Valeria mirándolo con su mirada negra, profunda, como el azabache. –Imaginaba que te ibas a ir, son muchas cosas en muy poco tiempo- dijo ella quedamente. –Si, lo son.- Respondió Nestor sin atreverse a mirarla a la cara, mientras jugaba con un pedazo de madera del puente. - ¿Por qué te ibas a ir sin despedirte siquiera de mi?¿Tan poco valgo para ti?- Dijo Valeria con una voz tan parsimoniosa que incomodó aun más a Nestor, más que si lo estuviera golpeando o gritando sin compasión. –Vales más Valeria, mucho más. Sabía que si te veía, no iba a tener la fuerza para irme.- Respondió Nestor con un nudo en el corazón.

Valeria solo se acercó un paso más y le dejó un pedazo de pergamino doblado en la mitad del puente. Desde lejos, esa nota era tan parecida a la que años atrás le había dado, que hasta le pareció que la vida giraba en círculos infinitos. Valeria le envió un beso con la punta de los dedos y volteó rápidamente camino al pueblo murmurando una frase que Nestor no comprendió en el instante “Piensa en el espacio musical”

Nestor recogió el papel y con un gran suspiro, emprendió el que consideró su viaje más largo. Iba de pueblo en pueblo, hablando con la gente, buscando revivir los pasos de Pablo, aprendiendo de los ancianos, comiendo y viviendo con los gitanos. Revivió historias inverosímiles, cuentos que no eran cuentos, mentiras que eran verdades a gritos. Recorrió caminos cerrados, iluminados con lunas tenues que apenas si le indicaban cual era el paso próximo, pero no permitía dar ni siquiera un paso atrás. Conoció mujeres bellas, seductoras y atrevidas pero que no eran capaces de pronunciar una palabra de amor. Encontró hombres fuertes, musculosos que perdidos en su propio mundo, no reconocían en los demás, lo que les faltaba a ellos, pasión por vivir. Pero cada noche de ese largo viaje, sacaba el pergamino de Valeria, la tocaba con desesperación, esperando encontrarla en cada nota, en cada trazo del papel, descubrirla en ese trozo de ella que tenía a su lado, en ese pentagrama que no terminaba de entender.

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