Buenas noches a todos, de alguna forma salió a flote este capítulo, espero que sea de su agrado.
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¿Cuáles
serían las cosas que podrían acaecer un corazón y que no permitir que la mente
se concentre tan fácilmente? ¿Qué es aquello que realmente dispersa el
pensamiento? ¿Será acaso que el tiempo no nos deja atrás realmente y todo se
convierte en un remolino de instantes que confluyen en un instante, todo al
mismo tiempo? ¿Será el amor acaso el peor y el mejor de los recuerdos?
El tren la
llevó lentamente a la casa, y cada lugar que recorría con la mirada, se hacía
tangible en los recuerdos y entendía que una vez más, Julián estaba en lo
correcto.
Paula se dio
a conocer en la nueva escuela, era una persona brillante y aprendía de su
alrededor, sus compañeros no la determinaban mucho, ya que siempre salía de
afán y no compartía con ellos más allá de lo suficiente. Aun así, un muchacho
logró llamarle la atención y ella a él. Se llamaba Samuel.
Samuel logró
compartir con ella una relación algo singular, ella no podía concibir los días
de la escuela sin él, y él no podía sentir el aire de la misma forma, cuándo
estaba a su lado. Los padres de Paula lo conocían como el compañero más cercano
a ella. Desde ese entonces, la maña de Julián de no expresarse de forma oral
con las personas, salió a flote. Julián se había detallado que Paula hablaba
sobre Samuel todo el día, lo comparaba con las estrellas, lo comparaba con los
árboles, lo comparaba con el viento y eso le hizo ponerse a la defensiva,
cuándo ella le sugirió que lo conociera.
-Terco.- Decía Paula mientras arreglaba en el
cuaderno, la constelación del carnero para una tarea. – Lo soy, lo seré y no
dejaré de serlo- respondía serio Julián, mientras arreglaba una guitarra de
madera. -¿Cómo sabes que no dirá algo a tu familia?- dijo mientras limpiaba con
suavidad ilógica en él, el mastil algo maltrecho. - No lo ha hecho, él ya sabe
de ti, sabe que tengo fascinación por el cielo por tu culpa, que eres mi hermano sin ser familia. Me
siento como cuándo estabamos en el pueblo, como todo a escondidas- respondió
Paula seria. -Como siempre, como nunca. Son mis raíces, son mis reglas- terminó Julián
la conversación. Paula suspiró mirando su cuaderno, y una sonrisa se escapó
pensando en Samuel.
- Dale esto de mi parte- dijo Julián un martes en la noche, sacando un pequeño paquete con una nota. -Si lo entiende, volveré a escribirle algo y le daré la alegría de poder leer lo que él me diga- Paula leyó la nota con una cara de consternación. – Tu traerás la respuesta- Paula interpretó esa determinación como el permiso que nunca necesitó de su familia.
Del sueño, el vuelo. Del cielo, amante. De la espera, amigo.