lunes, 20 de diciembre de 2010

Cinco menos cinco XII

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Saludos a todos, ando en una fase algo cursi, y extraña... En Sogamoso pienso mucho, pero no sé, me siento algo extraña. En fin... espero les agrade la siguiente parte.

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Cinco menos cinco ¿Sería aquella carta que años después era la única cosa que lo ataba a un momento de su vida qué él pretendía dejar solo para sí?

Sacando el arrugado papel, al lado de otras cuatro notas arrugadas de un pergamino, encontró la más larga e inició a leerla mientras el tren, continuaba su ¿eterno? Viaje sin regreso.

Nestor:

Son las tres y treinta y cinco con ochenta minutos, mirando el cielo gris, amenazador de mil lluvias, pienso en ti. En tu ternura trémula, en tu luz, en tus pasos perdidos por la oscuridad, en tu respiración queda y asustada en la orilla del río. Si, esta es una más de aquellas cartas, de las muchas que quizás no leerás jamás.

Hace ya cuatro años y siete meses que te marchaste, cruzando aquel puente que formulaba notas que solo tú y yo podíamos leer. Bastantes años atrás cuando miré la indagación de lo profundo en la incógnita de tus ojos, sabía que eras mío y que yo era tuya, que no podrían separar nuestras almas nuestras mentes y nuestra música, que innata vivía en nosotros, mas no con nosotros.

Aun recuerdo tu respiración queda, en la oscuridad tenue que nos acogía cada noche, el sonido que a borbotones surgía de la guitarra, que al compás de nuestros miedos y nuestros anhelos más profundos, marchaban cual sinfonía en donde las palabras eran grandes obstáculos.

No puedo olvidar el ligero roce de nuestros labios al encontrarnos y, el averno que se generó esa noche gracias a eso. Mi bella y triste Dolores, tiene su espalda con sendas marcas que ella, orgullosa carga, en muestra del infinito e ilógico amor que nos rodea.

Todos los días nos vemos con tu hermano Manuel. Precisamente él, fue quien me instruyó en algo inapropiado en esta sociedad, la lectura y la escritura. No sólo en lectura de alta sociedad, de niñas de buena conducta, no lo he sido, ni pretendo serlo… Eso se lo dejo a tu madre, que me sigue odiando y cada vez que mira que Manuel viene hacia mi casa, le escupe con senda elegancia. En fin, te comentaba que estoy aprendiendo arte, no de señoritas sino el verdadero, la filosofía, la novela, la teología… algo real, algo más complejo y así complemento aquellas siete notas de un pentagrama que en mi escaso conocer, dejaba entrever mi complicado amor hacia ti, unidos a una u otra vocal, y esporádicas consonantes.

En uno de los tantos libros que me ha mostrado, encontré una carta sellada que Pablo dirige hacia ti, cuándo sea el momento, cuándo nos veamos sin el agua en el cuello, cuándo dejen de fisgonear sobre nuestro amor, te la leeré o te la replicaré.

No sé cuál es la condición que debe cumplir tu alma antes de volver a mi lado, te diré que suelo ser paciente, así que seguiré esperando tu volver.

Añorando el sonido de tu voz,

Valeria”

 

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