miércoles, 11 de mayo de 2011

Cinco menos cinco XIV

4 comentarios
Saludos a todos... como verán, esta historia está llegando a su final, espero poner pronto el capítulo XV y así terminar una historia infinitamente boba como esta.

Gracias por leer...


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Cinco menos cinco, ¿Sería aquellos cinco minutos donde su vida se destrozó? ¿Dónde en vez de llegar con alegría al fin de un camino, significaba tener que alejarse para siempre?

Nestor miraba el atardecer en aquel tren, pensando en todo lo que había pasado siete días atrás, cuando inició el principio del fin. Él, había llegado de su viaje por el mundo, recitando colores, cantando a las musas y con la determinación de aquel que encuentra en su corazón la felicidad, y está dispuesto a todo por el amor.

Nestor venía caminando de su largo viaje, confiando en que sus presentimientos no fueran válidos y encontró en el puente una diáfana sonrisa y una preciosa mujer, que al tener el vaticinio de su llegada, se sentó a esperarlo a la orilla de aquel, su río.

–Cumpliste lo escrito, no dudaba que ello pasaría- dijo Nestor quién sonriendo mostró el pergamino doblado y fuertemente sujetado a su mano. Valeria se levantó del puente, lo abrazó con la fuerza de aquel que no ha visto en años, y lo besó como jamás lo había podido hacer en toda su vida. –Dudaba que entendieras lo que había escrito- Dijo tan seria y parca como siempre y le entregó una carta más,-Esta es una de tantas que no destruí, al menos tendrás una pequeña compañía más. Vamos al pueblo por favor.-

Iban caminando en silencio, en aquel que sólo ellos entendían, en aquel que podía mostrar todo sin decir nada, aquel silencio que los unía, y que los hacía tan ellos dos, tan perfectos tan parecidos, simplemente compenetrados el uno con el otro, pero aún así, había una tristeza en el rostro de Valeria, que no podía entender. Cuando Nestor llegó al pueblo y vio a todos, supo que realmente algo pasaba, todos lo miraban con una compasión lastimera, cuando llegó a su casa, Valeria le dijo: - Antes que partas, te buscaré- y salió corriendo. Nestor, sin entender bien lo que pasaba entró a su casa y miró a los sirvientes tenían gruesas lágrimas en los ojos. Manuel, lo abrazó y le dijo -Ven nuestra madre nos necesita, creo que sólo esperaba verte para, para… - y no pudo seguir . Nestor empujó la puerta de la habitación y vio a su madre demacrada, no tenía ni un pequeño rastro de la altivez que la caracterizaba. Apenas lo miró, sonrió y le mostró cuatro papeles insinuándole que los leyera.

El primero era el testamento, dónde ella dejaba su dinero al padre Miguel y a la iglesia, la casa a los sirvientes y ordenaba que se quemara su cuerpo. Aunque lo intuía, Nestor no se sorprendió de no ver ni el nombre de Manuel ni el suyo en el testamento. El segundo papel, era un certificado, que mostraba que su padre, tenía una hija ilegítima, cuando Nestor leyó eso, tuvo el presentimiento que algo malo iba a pasar. El tercer papel, era una fotografía, de un hombre joven, parecido a él -lo reconoció como su padre- y una hermosa joven, parecida a Valeria. De inmediato lo entendió todo, estaba saliendo de la habitación de su madre, no podía soportar estar más ahí, pero su madre le mostró con la cabeza el cuarto papel, el cual estaba rasgado en la mitad y decía sólo la palabra "Aldrig". Nestor lo tomó y salió de la habitación con desesperación. Manuel, impávido no sabía que más hacer.

Unos meses antes del regreso de Nestor, la madre de ellos dos enfermó gravemente. Manuel, decidió dar todo su apoyo a su madre moribunda, y ella, le dijo que tenía que hacer algo por el bien de Nestor, fue ahí, cuando mostrando una foto antigua, Manuel comprendió el repudio de su madre hacia Valeria. Y entonces, desprecio al amor, desprecio al destino, desprecio a sus padres, sobre todo, se despreció a sí mismo, por no poder hacer nada, a favor del amor.

Nestor no podía creerlo, pero su alma lo sabía en el fondo, lo entendía todo… La reacción de Valeria, su rostro parco, su tristeza innata, y aquel último beso que iba a recibir, porque sabía que era una ofensa para el cielo, para la naturaleza, para su propia vida, y más aun para la de Valeria.

Caminando, escuchó los gritos de tristeza de los sirvientes, y supo que la triste agonía de su madre había llegado a su final, sólo que ahora la agonía real, la llevaría él en el alma. Porque sabía que no era fácil amar para siempre a una persona que jamás podría ser suya, pero que siempre lo fue y siempre lo sería
 

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