miércoles, 5 de mayo de 2010

Cinco menos cinco VII

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Bueno, a petición de mi amigo Cesar... decido subir la séptima parte de este cuento. Espero les agrade. Un abrazo enorme y gracias por sus comentarios

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La tristeza del pueblo era evidente, ¿Dónde estaba aquella música nocturna? ¿Qué de malo hicieron a Dios para que no les concediera el hecho de una linda canción? Se vieron en esas épocas ayunos, oraciones, plegarias… pero nada, la música no volvía más. Nestor viendo todo ello no decía nada, solo leía bajo la cruel y nada beneplácita mirada de Milquiades y esporádicamente, aun bajo su mirada, componía canciones en pentagramas musicales. Algo que Nestor agradecía infinitamente, era el hecho que Milquiades no entendía nada de las notas colocadas en los pergaminos que él tenía, así que aquella noche de la golpiza, él pasó por alto la nota de Valeria, pensando que era solo eso, notas en un pentagrama.

Dolores y su padre Mariano, al ver tan sumida en la soledad a Valeria, la confortaban a salir, pero ella no concebía su libertad si Nestor no tenía una igual. El, alejado de esa sociedad, noche tras noche, día tras día, susurraba al viento seduciéndolo para que transportara su voz y su canción de amor a Valeria. Ella con Dolores de guía ya no sonreía y esperaba a Nestor con paciencia noche tras noche en la orilla del río, alimentándolo con sus lágrimas y su desesperación. Una noche sin luna a punto de alejarse del río, Valeria sintió a Nestor. – Eres mi todo también- dijo la voz de él. Valería con profunda conmoción solo pudo decir- Duraste mucho descifrándolo-. Nestor salió detrás del árbol donde estuvo escondido luego de escaparse de la casa, dejando todo perfectamente ordenado, como si estuviera durmiendo tranquilamente en su cuarto. Acercándose delicadamente a Valeria, la tomó de las manos y acercándose a sus labios, la besó sin pensarlo, sin el más mínimo temor. La besó como lo que era el, aquel ser que llevaba enamorado de ella más de seis años, como el ser que sabía que su vida se podía ir en ese lugar, sin pensamiento y con toda la paz. La besó sin prisa, pero sin pausa solo saboreando los momentos en que no tenía su presencia. Expresando en aquel beso las ausencias de sus cuerpos. Al dejar de besarla, Nestor mirándola le susurró- Disculpa no llegar a tiempo, sabes que no te he olvidado.- Ella mirándolo fijamente con sus ojos de gato, permanecía inmóvil, sabía que sin palabras todo era igualmente dicho. Él sonreía al verla, ya que seis años después de conocerla, seguía intrigándolo con su mirada sombría e inexpresiva, con su belleza cautiva y contrastante, aquella mujer que seguía siendo perfecta, simplemente exacta.

De pronto, cual escena erébica, Dolores alcanzó a proferir un grito ahogado antes de que acabara todo. Nestor impávido miró como venía Milquiades con otros cuatro hombres al lado. Lo siguiente era algo que jamás olvidaría Nestor en su vida. Los cinco hombres estaban separándolos, uno sostenía a Valeria, otro lo sostenía a él, mientras que Milquiades y otros dos hombres sostenían a Dolores quien de un momento a otro, se vio fuertemente castigada por la madre de Nestor.

-Homúnculo sin alma ¿Quién te crees que eres? ¿Cómo haces eso? Eres la peor influencia para mi hijo- decía mientras golpeaba con una vara de roble la espalda de la pobre criada, quien por medio del silencio decía todo, mientras las voces de Nestor y Valeria, eran acallados por aquellos hombres. Cinco menos cinco, ¿Sería tal vez la forma que le daba Valeria para recordar el primer beso, antes que llegaran esos hombres? Aquella cruel imagen dantesca solo fue detenida ante la llegada de dos personas, Mariano y el hermano mayor de Nestor y de Pablo, Manuel.

-¿Que les está pasando? Dijo Mariano mientras sostenía a Dolores, quién con la espalda sangrante y la cara desfigurada del dolor, se mantenía en silencio observando ante ella a una atónita mujer que sostenía en alto la vara de Roble. - ¿Manuel? Dijo la madre de Nestor quién en el momento dejó de ser esa imponente dama para convertirse en una madre sorprendida. Manuel, el hermano mayor de toda la familia, aquel a quien la Madre de Nestor respetaba de verdad, al único que jamás golpeó, y siempre ¿Amó? Manuel, el abogado, el siempre respetado y querido por todos, aquel perdido de hace 11 años, había regresado.

 

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