sábado, 7 de marzo de 2009

Cinco menos cinco III

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Saludos nuevamente, aunque la historia va un poco atrasada… acá les dejo la tercera parte. Gracias a todos por el apoyo y por leer.

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Ella lo observó curiosa, parecía que estuviera esperando verlo y que el hablara; todo era tan irreal al lado de ella, pareciera que todo fuera atemporal, eterno.

- Hola, Nestor- respondió ella con esa sonrisa tan al estilo Da Vinci… El quedó frío, como el agua del río en el que ella anhelaba sumergirse. El la vio bajar, uno, dos, tres cuatro y cinco escalones. – Un momento, cinco menos cinco. ¿Será el río? - Dijo Nestor sin miedo alguno, ya que la niña rumiante estaba dormida sobre su madre también dormida y la pareja ni le ponía ya atención.

Él sobresaltado por recordar esa nota, prefirió seguir recordando ese día, que en su mente había sido ayer.

- Debe ser justa la vida, si sabes mi nombre, pido saber el tuyo-. Dijo Nestor mirándola… a ella, la perfecta mujer que no conocía. Su hermano Pablo a lo lejos solo miraba el río como deseando estar en el, haciendo sentir su presencia, pero a la vez, arraigándole el valor de hacer las cosas solo. -Un nombre es una categoría, luego, no deberías saberlo, no me gusta ser categorizada- decía ella tocando con el pie esa agua cristalina. – Si un nombre es una categoría, respondió Nestor, -significa que me calificas.- – Si, lo hago-, dijo ella lanzándose al río. Nestor impávido se quedó mirándola mientras ella buceaba, luego salió y su piel blanca, inmaculada y perfecta, cubierta a penas por un vestido mojado, se reflejaba como mármol con los primeros rayos del sol. -El agua nos llama, por eso es que me encontraste acá, Nestor- Dijo ella mientras salía del río.- Creo que esa es la forma de representar lo que creemos.-

Nestor la miró, e inició a caminar a su lado cuando aún así, mojada, comenzó a moverse. A pasos lejanos, Pablo los seguía.

¿El agua como vida en la naturaleza? Se atrevió a preguntar Nestor. –No.- dijo ella -El agua como elemento y parte fundamental en la sonata de la vida.- Ante esas palabras, Nestor sintió como revoloteaba una mariposa en su interior, y entendió que ella realmente era el amor encarnado. Ella lo miró con esos ojos de gato, que parecían fuego y atravesaban el alma, luego dio la vuelta. El, embelesado no se dio cuenta que estaban frente a una puerta y que ella estaba cruzándola con rapidez. Cuando reaccionó, no la vio por ningún lugar. A su lado Pablo solo colocó su mano sobre su hombro. – Vamos a casa. No quiero otro regaño de nuestra madre- Suspirando, Nestor le siguió.

Pablo iba en silencio, no podía permitir que sus sentimientos o ideas, influenciaran de alguna manera la decisión o el comportamiento de Nestor. Él, mientras tanto, solo pensaba en la forma de conseguir volver a ver a esa niña, su piel santificada por el agua y coronada por el sol. -Ella no es normal, no señor.- dijo mientras llegaba a su casa.

Su madre, preocupada les preguntó a donde habían ido. Pablo, por evitar problemas que ella no comprendería, dijo que lo había invitado a salir a caminar por el bosque cercano. Su madre, lo reprendió como era costumbre. - ¿Qué te pasa? Es un niño, entiéndelo ¡Un niño! No puede salir a caminar como tu, no puede…- Entonces Pablo la interrumpió. - Precisamente, Madre. Es un niño, no puede quedarse toda la vida sin hacer nada, ¿Es que no te das cuenta? Nestor es más inteligente que toda esta absurda familia junta, es un niño superdotado a la música. Sabe de filosofía y de ciencias; de humanismo y de realidades, no es solo un cero a la izquierda como tu quieres hacerle creer al mundo.- De pronto, sonó una bofetada, aquel sonido que Nestor jamás olvidaría, ya que junto a ese sonido, el brillo en los ojos de Pablo, el viento susurró al oído –de la forma más atípica- el nombre de su amada… -Él no es un engendro como la hija de Mariano, el no es como esa niña, Valeria-

 

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