miércoles, 11 de febrero de 2009

Cinco menos cinco II

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Bueno, con los comentarios que he recibido no solo de parte de Iss, Gio y Manuel, me emocioné y por tanto, colocaré la segunda parte de este “cuento”

Espero les agrade también, saludos.

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Le pareció tan sonora esa respuesta, que decidió decirle a su madre, que haría con su vida… Música. Tenía tan solo tres años cuando dijo eso.

Nestor sonrió al recordar el regaño que su madre le dio a Pablo por estarle “Guiando por el camino del mal” y la reacción de Pablo. –Déjalo, es más maduro que tu misma.-

Su hermano era fenomenal, aunque tenía 14 años más que el, lograba entenderse mejor que con nadie más en su casa. Cuándo Pablo murió súbitamente, el se deprimió por años, es más, concluyó que aún estaba deprimido por ello. Miró a la niña rumiante empezar a dormirse y siguió recordando su vida.

Pablo, en vez de dejar que Nestor olvidara la guitarra, le empezó a enseñar lo básico de una guitarra, notas y pentagrama. Él, fue el único que supo mirar la realidad. El era un músico en potencia. Lo siguió guiando hasta cuando pudo enseñarle.

Ese 25 de abril, cuando lo vio triste, Pablo le preguntó que le pasaba. Nestor, con la sinceridad que le caracterizaba, le respondió de la forma más directa posible. – Me enamoré, hermano.- tal vez, esperó la sonrisa burlona que había visto en su madre, pero no, él no la profirió jamás.

-A ver, Nestor- inició a hablar Pablo. -¿De qué te enamoraste?- ,- No hermano, no es de que, es de quién-…respondió Nestor con un brillo en los ojos. - De la mujer más hermosa, de la mujer perfecta.- ¿Cómo se llama? Preguntó su hermano con la seriedad más grande que jamás había visto. Nestor bajó la cabeza, no supo que responder, así que le contó lo que había pasado esa tarde en el mercado. Su hermano, lejos de burlarse, le abrazó y le hizo la promesa más importante en su vida. – Te ayudaré a buscarla. Por ahora, vamos a seguir con esas cejillas que tanto te molestan e incomodan.-Nestor sonrió y tomando la guitarra, continuó con su constante ensayo.

Su pequeña ciudad, de apenas 27 cuadras, era el lugar ideal para buscar a alguién, así que al día siguiente a las muy 5:30 am, Nestor se levantó y se baño. A las 6:00 am, golpeó en la puerta del cuarto de su hermano Pablo y le dijo que le acompañara a buscarla. Pablo, aún somnoliento, se levantó, salieron de la casa e iniciaron el camino de la busqueda, caminando.

-¿Estás seguro que ella se levanta a esta hora?- Preguntó aún dormido Pablo.- No lo sé, solo sé que no puedo durar más de un minuto sin buscarla, y encontrarla.- Siguieron caminando escuchando a esas afinadas aves. Nestor le contaba a Pablo que las aves siempre trinaban en la misma nota, sol. Entonces Pablo le contaba que si las aves cantaban en la mañana en sol, era porque saludaban al sol. Nestor solo sonreía con las ocurrencias de su hermano mayor.

Cuando llegaron a la orilla del río, en el puerto, Pablo se detalló que la búsqueda había llegado a su fin, ya que Nestor respiraba mejor, aúnque más rápidamente. Aquella niña taciturna que estaba a punto de lanzarse al río, debía ser ella. Sí, realmente era hermosa.- Mirando a Nestor, le indicó que hablara con ella, Nestor dio un paso y luego otro, pero palideció y se acercó a su hermano, casi huyendo.

-¿Qué diré? ¿Qué creerá ella?

-Vamos hermano, habla con el corazón, recuerda que lo esencial es invisible a los ojos… Ve, habla con ella, salúdala. -

Nestor, armándose de valor, decidió dar el primer paso y con voz trémula de niño de 7 años totalmente desarmado y asustado, dijo la primera de n-mil palabras que dirían de por vida…-Hola.-

viernes, 6 de febrero de 2009

Cinco menos cinco

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Bueno, este es un minicuento que salió de alguna tarde de observación de un atardecer en Bogotá… Esta es la primera parte del mismo… Espero algún día terminarlo.

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-Cinco menos cinco. ¿Cero? O tal vez, faltan cinco para las cinco… ¿Qué tal la analogía de “faltan cinco para que suceda algo? ¿A las cinco? Ahhh… ¿Qué significará?- Nestor, apenas se sentía como ser vacío al leer dicha nota. No sabía que significaba. ¿Tal vez 25 de Abril? ¿Mayo menos cinco días? Eso tendría algo de validez. O bueno más bien, bastante validez. Odiaba que ella fuera tan extraña, entregada a las locuras de frases que nadie entendía, solo ella, lo más extraño de todo era saber que ella sería la única que podría explicarle las cosas de verdad. – Ah, mujer extraña tenía que ser-.

Hoy era un día normal para el mundo, todos los demás lo veían así, levantarse, caminar, comer, ir al baño… todo normal. Pero, para el no lo era. Hoy, antes de subirse al tren que lo llevaría a un lugar nuevo y alejado, vio a Valeria llegar. Ella, con su sonrisa parca aunque tierna, le entregó esta nota. “Cinco menos cinco”.- ¿Podría significar menos? Si confiamos en que cancelamos los cincos… ¿Qué me pasa? Ya ando delirando- dijo Nestor en voz alta mientras el viento se colaba por una de las rejillas del tren al arrancar.

-Señor, su tiquete- escuchó con dulce voz a una mujer. Levantó la mirada y se sintió observado. Una niña con un chicle en su boca, no paraba de masticar “Pareces rumiante” recordó decir a su madre y sonrío. Luego, siguió el camino de las miradas. La madre de la niña lo miró con cierto escozor. Quién sabe quién creería que era el. Volvió a proferir una sonrisa aún más sarcástica. En el fondo, una pareja quedó quieta al verlo sonreír. Buscó en los bolsillos y encontró su tiquete. La señorita que lo pedía en el tren, la última que lo observaba, recibió el tiquete y se lo entregó a la mitad guiñándole un ojo. – Que triste- Alcanzó a decir Nestor en voz alta cuando la señorita se fue. – Que triste que Valeria no esté acá-.Cinco menos cinco. ¿Sería tal vez la explicación de cinco personas que el tendría que conocer en su vida? Ah, odiaba la brujez y analogía que Valeria impregnaba en su vida- ¿Por qué ella tenía que ser tan así?-

Volvió a sumergirse en un viaje sin retorno, aquel viaje que jamás termina porqué era su propia vida. Todo valía nada hasta ese 25 de abril cuando cruzando la calle, la vio.

Su cabello negro contrastaba con su tez extremadamente blanca y sus ojos castaños, casi amarillos. Recordó que cuando la vio en ese instante, pensó que parecía los ojos de un gato. No olvidaría esa fecha porqué era ver la realidad con los ojos de un niño, mientras que ella, Valeria, lo miró con la naturalidad que una mujer lo haría, no una niña. Para nada, ella jamás sería una niña y mucho menos, normal. Ella sonrió y dejó que su madre la guiara en medio de la multitud de la mañana. El la siguió con la mirada, expresándole que tenía un interés en ella.

Le preguntó a su madre que sería el amor y ella, profirió una sarcástica sonrisa.- ¿Amor? Nestor, el único amor que verás por ahora es el de tu madre, que te parió, que perdió sangre por ti. ¿Crees que alguien más haría eso por ti? No, quiero que saques de la cabeza eso o bueno, por ahora. El amor es para adultos y tu eres hasta ahora un niño, un niño de solo 7 años. ¿De dónde sacaste eso? - ¿Como explicarle a su madre que después de ver esos ojos de gato, ese cabello y esa piel perfecta no podría amar a nadie más? Igual, ella no lo entendería jamás.

Nestor, el menor de tres hermanos, aquel que tenía un don especial por la música. Cuando era niño, podía escuchar a la distancia el pito del tren, y sabía que con ese tono podría afinar la guitarra de su hermano Pablo. Lógicamente, de más niño, no conocía todas esas palabras técnicas, solo sabía que era ese mismo ruido, idéntico. El tren y la primera cuerda de la guitarra de Pablo. Algún día escuchó a Pablo tocar bellos ruidos con su guitarra, y le preguntó que era eso. El dijo la palabra que siempre lo guiaría, música.

 

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