jueves, 16 de septiembre de 2010

Cinco menos cinco X


Saludos, es un capítulo bastante corto, pero no sé, con mucha carga emocional...

Espero les agrade.


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Sin una lágrima en los ojos, Nestor miró el vacío del humo, y se apropió de sus ideas, de sus recuerdos para enviarlas a Pablo por medio de la estela que iba dejando el tren. Cuando era niño, una de las tantas enseñanzas de él, era que si pensabas fijamente en alguien, podrías enviarle lo que sientes, a esa persona en quién pensaras por medio del humo, que se elevaba al cielo y caía en forma de lluvia. Nestor recordó a Pablo y también a Valeria. Ese era otro de los tantos recuerdos que marcaban su vida. Cinco menos cinco… ¿Sería el recuerdo de aquel entierro y las lágrimas que derramó, aquellas cinco lágrimas?

Su madre no fue al entierro de Pablo, el pueblo no podía creerlo, eran muchas cosas en un poco tiempo - ¿Una muerte tan intempestiva? ¿Cuál habrá sido el ladrón? Eso mínimo fueron los criados pero ¿Y si fue un suicidio? – las mujeres no dejaban de murmurar sobre ese tipo de cosas. En un acto de grosería que nadie entendió, Manuel empezó a ahuyentar a la jauría de hienas, que adoloridas solo gritaban diciendo que el diablo estaba entre esa familia. Para Nestor y Manuel, escuchar eso, era más de lo que podían soportar, ya que tal vez no estaban tan lejos de la realidad. A su lado solo quedaban Mariano, Dolores y Valeria que débilmente le tomó la mano a Nestor, ante las hordas de frases inapropiadas de la gente, reconfortándolo un poco.

En su casa, su madre encerrada en la habitación sorda a las palabras de Milquiades, o a los ruegos de las criadas, estaba observando su reflejo fuera del alma. Entonces vio una persona que le mostraba una pequeña fracción de vida en el espejo. Esa que le recordó que hace un tiempo atrás, él, el culpable de su desgracia, dañó su vida. Aquel desgraciado ser que se decía su marido, el que en un famoso momento de lucidez, decidió llegarle con la noticia que tenía una amante, y que no era nada más ni nada menos que la hermana de su mejor amigo. Ya sabía ella que esa amistad no era real, ya sabía ella que eso de amigos entre un hombre y una mujer no podía ser… Ya sabía ella que esa arpía era una cualquiera, una vagabunda que no la dejaba vivir en paz. ¿Qué diría la sociedad si se enteraba, que ella, la gran dama, la gran señora, vivía con un infiel? Menos mal decidió irse, pero no a tiempo para no dejarle una desgracia mayor. Esa mujer, tenía en sus entrañas a un bastardo ser, hijo del mundano de su marido. El cielo en justicia, decidió tomar la vida de esa pecadora –alma bendita- pero su criatura, con ojos de gato y cabello negro, seguía atormentándola en cada momento.

Cuando el padre Miguel terminó la letanía y se alejó, Valeria empezó a cantar con una voz tan lúgubre pero tan hermosa, que parecía ser de fuera de este mundo. Manuel golpeaba la tierra con desesperación. Dolores esparcía flores, para que el viaje al más allá estuviera lleno de buenos caminos. Mariano se dirigía al cielo en una plegaria silenciosa. Y él, Nestor, solo se arrodilló y dejando las cuerdas de la guitarra enrolladas, luego de escribir el epitafio en la tumba de su hermano, se levantó y se fue caminando en silencio, tomado de la mano con Valeria. Los demás los siguieron dejando el cementerio vacío, con una rosa amarilla al lado de un epitafio muy sentimental ... “¿Qué es el silencio? El silencio son seis cuerdas sin guitarra.”J.A.N.



2 comentarios:

GridCube on 16 de septiembre de 2010, 21:54 dijo...

joder tia, que cosas escribes

:)

me gusta mucho, sigue, sigue

Anónimo dijo...

=OOO
Reitero que me volviste adicto a esta historia =D
Más!!, Más!!

 

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