Hoy decidí matar la poesía, asesinarla en lentas líneas que duelan y atraviesen el alma.
Decidí acabar con la prosa, destruirla cuando describa situaciones horrorosas.
Hoy, elegí acallar mi mente lóbrega, alejar el sentimiento de amor.
Decidí no soñar más. Ausentarme de la fantasía y prepararme a afrontar la realidad.
El tirano y la liberal venezolana
Hace 6 años
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